Calidad personal

Cuando se habla de calidad se hace referencia a un sinónimo de perfección, de una cosa bien hecha, duradera y satisfactoria, una idea ejemplar para la acción humana.

Pero, hablar de calidad personal es el más atractivo de los desafíos que podemos afrontar hoy, es lo más decisivo y lo más permanente en cualquier proceso de cambio.

La calidad personal depende, sobre las herramientas utilizadas, de la persona misma; es decir: “yo no resulto ser una persona de calidad porque mis acciones son de calidad”, es lo contrario “mis servicios son de calidad porque soy una persona de calidad”.

La calidad personal es la característica de la persona que, manteniendo su autoestima, es capaz de satisfacer expectativas de las personas con las que se relaciona.

La calidad personal provee la inteligencia de poder mantener una relación de pareja, relacionarse con la sociedad y mantener un equilibrio en la toma de sus decisiones, teniendo en cuenta que su emoción sea inteligente. La calidad personal es la base de las demás calidades.

Una manera concreta de decir cuándo hay calidad personal, es cuando en la persona existe autodominio, responsabilidad, sentido de compromiso, fortaleza de producir, credibilidad en su conducta, empeño y espíritu de servicio, es decir, cuando representa valores humanos fundamentales. 

Se sabe que las cualidades físicas de la persona no son las que la definen, aunque sea un factor digno de tenerse en cuenta, sobre todo en cuanto mira a los aspectos externos de la convivencia, ni tampoco es el considerar sólo su inteligencia o su capacidad de comunicarse con los demás, es todo eso y más: creatividad, voluntad y decisión.

Hoy, que la competitividad es cada vez mayor entre las empresas y que cada cual trata de estar al nivel de los estándares internacionales de calidad, la necesidad de destacar la importancia de las personas dentro de ellas se hace más necesaria. Son las personas dentro de una organización las que van a hacer la calidad de los productos o servicios.


Miguel A. Cornejo dice “La calidad no se espera, se busca. No es un problema, es la solución a nuestros problemas. Debe ser una mística, un inconsciente colectivo, se debe desarrollar calidad humana. Primero hay que producir manos de calidad y como consecuencia tendremos productos de calidad”.

La calidad personal es la base de todas las calidades, es el potencial humano que tiene cada persona. Lo único estable es el cambio, se requieren personas creando, aportando ideas para seguir sacando la empresa hacia adelante.

La base de la calidad de las empresas es la “calidad personal”, porque la calidad antes de estar en los productos, debe estar en la gente que hace los productos.

El desarrollo humano tiene varias dimensiones: corporal, espiritual, moral, intelectual, social y afectivo. La persona tiene que avanzar paralelamente en todas las dimensiones, dándole quizás prioridad en ciertas etapas de su vida a unas dimensiones o a otras, pero conservando la unidad y la coherencia entre todas.

Hacer nuestro trabajo con calidad nos llena de orgullo, nos distingue como personas y como trabajadores de excelencia. Nos hace sumamente confiables y dignos de trabajar en toda parte.

Las actitudes que mostramos diariamente en nuestro hogar y en el trabajo cotidiano, son el reflejo de la calidad personal que poseemos.

Entre las actitudes más importantes tenemos:

  • la actitud positiva, o sea ver la vida con fe y esperanza;
  • la actitud de superación, que es esforzarnos por crecer día con día;
  • la actitud de perfección, hacer las cosas con excelencia, como para Dios;
  • y la actitud de valorarnos a sí mismos; y quienes nos valoramos no hacemos cosas mediocres.

Finalmente, una actitud entusiasta se transmite a los demás.